"La era de los prodigios"

miércoles, 15 de mayo de 2013

Paren la vida

Paren la vida, me quiero bajar.


Retroceder en el tiempo, pausar momentos, detener la vida en ese preciso instante para poder observarlo indefinidamente. Fotografiar miradas, parar las agujas del reloj, ¿quién le ha dado permiso a la vida para que pase tan rápido?
Tal día como hoy hace un año acababa de cumplir, como quien dice, 18 años, y a día de hoy, ya tengo 19. Hace poco más de un año había vivido exactamente 7 meses inmersa en un 2º de Bachillerato rodeada de personas que llevaban acompañando mis pasos y mi camino desde que tenía 6 años.
¿Dónde han quedado todos esos años de experiencias, de recuerdos, de vida?
A                   T                      R                        Á                       S.
Atrás dejé una ristra de momentos vividos con personas geniales, todos a su manera y ahora, soy universitaria, futura periodista y tengo una mente llena de ideales y ganas de cambios. ¿Dónde está esa adolescente rebelde con las uñas negras, flequillo recto y cuatro suspensos con un 3 en el boletín de notas? 
¿Dónde están esos recreos escondidas en el baño para no bajar al patio? ¿Dónde están esas pilladas de Isabel cuando nos recorríamos el colegio entero para perder clase? ¿Dónde se quedaron esas tardes de estudio eternas acompañada de esa pequeñita persona gritona? ¿Y las quedadas a las 8.15 donde siempre, a la hora de siempre, para hacer lo de siempre?  ¿Y las ganas de besarle los pies a Juan cuando en los exámenes de historia metía lo que me había estudiado? Por favor que alguien me diga dónde narices se han quedado las expulsiones al pasillo en la clase de religión y las broncas de Toñi al inventarme toda la cultura en los exámenes de griego. ¿Y los ataques gratuitos de Escolano hacia mi persona? ¿Y los buenos días de los profesores? ¿Y las noches de estudio con esas surrealistas conversaciones por whatsapp? ¿Y Selectividad? Selectividad... esa palabra que nos martirizó la cabeza durante todo un año y que ahora no es más que un recuerdo de noches sin dormir, DNI, pegatinas, y apuntes esparcidos por la habitación. ¿Y la G38? ¿Qué ha sido de ella? ¿Qué ha sido de las lágrimas, de la emoción, del discurso de graduación? ¿Dónde está ese miedo irracional de caerte al subir las escaleras con los tacones? 





Sabéis, atrás quedaron los años más felices de mi vida. Mi adolescencia. Plagada de miedo, de inseguridad, de corazón desbocado, de las primeras borracheras, de las escapadas nocturnas en pijama, de las fotos en el Parque de los Patos, del descubrimiento de la cerveza, de errores, de rebeldía, de búsqueda de identidad. Atrás quedaron mis experimentales 12 y 13, mis rebeldes 14, 15 y 16, mis errores de los 17, mis ganas de los 18. 
Atrás quedaron los sueños y las ilusiones puestas en el esfuerzo, atrás quedaron las lágrimas de decepción al suspender Arte, atrás quedaron las agendas llenas de fotos, atrás quedaron las fiestas en el colegio, atrás quedaron las pequeñas clases con los pupitres verdes, atrás quedó mi vergonzosa época choni, mi época rara *más bien estúpida*.
Ahora encuentro un camino con una maleta otra vez vacía, un barco anclado en el puerto de un futuro incierto pero lleno de ganas de irme de aquí, de ganas de cambiar, de ganas de seguir con mi esencia y con mi música indie. Que los recuerdos están guardados en el corazón, las miradas en el iris, las lágrimas en el alma y la inseguridad en el estómago. 
Prometo estar ahí, prometo seguir siendo yo misma, prometo seguir escribiendo, prometo conocer a Santi Balmes, prometo no olvidarme nunca de la música, prometo aprender idiomas, prometo seguir llenando la caja de Pandora, prometo seguir adorando el otoño y la primavera, prometo que la BSO de Amelie seguirá siendo la banda sonora de mi vida. Aunque esté lejos, prometo ser persona

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