"La era de los prodigios"

viernes, 29 de mayo de 2015

Contigo todo es blanco

Acariciarte con el recuerdo.
Cerrar los ojos y pasar de puntillas por cada uno de tus ángulos rectos, agudos, obtusos, cóncavos y convexos. 
Respirar lento y rememorar el aroma y el placer de las cosas sencillas, como la brisa del mes de abril o la puesta de sol desde lo alto de Vallecas.
Ser efervescente sin llegar a rebosar el vaso, dejar que cada gota de agua salte al compás de las vibraciones de su risa. Ser efervescente en plena ebullición y en la más placentera de las calmas. 
Imaginar una ristra de deseos y escribirlos con su bolígrafo azul.
Disfrutar de la serendipia y mecernos sin prisa en la hamaca de nuestra casualidad, esa que ya ha pasado a formar parte de la realidad... deshaciendo cualquier oportunidad de añadir tu mirada al simple azar.
Crear nuestra propia época, mezclando el realismo mágico con el más puro de los romanticismos y los adornos barrocos.
Crear una instantánea con cada anochecer y cada amanecer y crear con sus respectivos tonos rojizos un cuadro de Van Gogh.
Admirarte desde el entusiasmo del entusiasta, entusiasmada de verte entusiasmado.
Despertar y vivir la epifanía de tus bostezos y tus pestañas de sueño como el más grande de los milagros terrenales.
Decapitar las cabezas del cancerbero y desterrarle junto a nuestro miedos
Ser eternos. Y etéreos. 
Escrutar con sumo cuidado los días venideros y las noches pasadas, quererte en pasado, presente y vislumbrarte en futuro. 
Añadirte a los retales de una vida.