"La era de los prodigios"

martes, 29 de abril de 2014

Que fácil es contarme

20 años.
20 primaveras, 20 veranos, 20 otoños y 40 inviernos.
2 besos por mejilla, 1 al corazón.
Un apretón de manos y un "adiós" que todavía escuece.

20 años y tan sólo 1 vez el mundo ha temblado bajo mis pies.
3 cajas de recuerdos y 5 marcos con fotos en mi habitación.
2 parpadeos rápidos son nervios, 6 movimientos de pie por segundo es impaciencia.
1 mirada intensa de más de 30 segundos y 1 abrazo después.

De 6 a 7 cubatas
y la 1:48 de la madrugada como hora idónea para irse a dormir.
Más de 10 películas preferidas y más de 50 libros por descubrir.
1 fobia y varias alergias.

Seguramente más de 100 litros derramados en lágrimas
pero más de 1000 risas ahogadas y sonrisas provocadas.
2 latidos por segundo y 1 corazón que una vez se paró.
5 sentidos y alrededor de 15 manías.

Un par de ojos y varios colores en la mirada.
164 centímetros de piel y 4 extremidades
2 manos, 2 pies
2 pulmones y 0 ganas de bucear a otros océanos.

Más de 30 bienvenidas
y aproximadamente 100 despedidas.
4 ocasiones para mirar atrás
y más de 3 arrepentimientos.

4 reparaciones
21 tiritas en el corazón y 2 vueltas de llave.

20 años.
2 décadas.
Que fácil es contarme.


jueves, 24 de abril de 2014

El último trago

Intenté de todo.
Absolutamente de todo.
No faltó nada, salvo tú, por supuesto.
Lo hice todo por olvidarme de todo
y quedarme en nada.

Repoblé mil jardines
y en vez de salir flores, crecieron fotos.
Jardines de recuerdos.
Naturaleza de olvidos.

Cervezas vacías y ceniceros llenos.
Con tus cenizas. Con las mías.
Con las nuestras, si es que eso tuvo alguna vez sentido.
¿Lo tuvo?
Ojalá nunca nada hubiera sucedido.

Faldas de volantes y tequila.
Limón y sal para las heridas.
Que curen, que escuezan
Que cicatricen, que dejen marca
como tus huellas y tus dedos en mi espalda.

No sé qué hacer conmigo
si ya no recuerdo lo que era beber para celebrar.
Últimamente lo mío es beber por beber
y por supuesto, beber para olvidar.

No sé que hacer contigo
si ya no recuerdo como era llegar hasta tu ombligo.
O lo de subir al quinto pino con tu séptimo beso.
¿Recuerdas todo eso?

Yo ya no.
Hace tiempo que me he acostumbrado a vivir en el olvido.
Y me gusta. Hay cerveza y muchos discos de vinilo.
Para encontrarme cuando anochezca
o para perderme en un suspiro.

sábado, 5 de abril de 2014

Mi corazón ardía como el Windsor

Hoy no me encuentro, ¿sabéis de esa sensación de estar totalmente perdido, descolocado? Lo cierto es que llevo así meses, y no es porque te eche de menos, que también, sino porque de repente es como que mi brújula interna ya no marca el Norte, de echo no marca nada y me deja solo, a la deriva y sin rumbo... Y me encantaría correr lejos, allí donde el jodido olor de tu perfume no me alcanzase, pero en cambio me acurruco en mi piso de alquiler, pagado a duras penas porque apenas llego a fin de mes, y Sudando la tristeza que me empapa desde que te fuiste, te compongo una canción, la más triste pero también la más sincera y mi guitarra llora mientras yo intento que de mis entrañas vuelva a resurgir Mi mejor versión, esa que junto con la ropa interior que guardabas en mi cajón, ahí, al lado de los condones, se fue contigo. 
Y joder, es como si de repente todos Los cantantes se hubieran aliado contigo y hubieran firmado un contrato para sólo componer canciones de ti, o yo que sé a lo mejor soy yo que quiero hacerte eterna y me empeño en meter tu figura en cada acorde de Joaquín Sabina.
Quizás lo que más me fastidia de todo esto es tener la certeza de que Nunca nadie me había hecho sentir lo que me hiciste sentir tú, ya sabes, con tu manera de mover las caderas, de sacarme 92 sonrisas diarias, con tu manera de cantar tan rematadamente mal en la ducha y joder también con tu manera de llevarme al Éxtasis
Supongo que estoy siendo Terriblemente cruel conmigo mismo al pensar en ti, pero hay veces que tengo estos días en los que sin dudarlo, te volvería a llevar a Francia y en lo alto de la Torre Eiffel volverías a observar París con la Mirada perdida y yo te contemplaría embobado, jodidamente enamorado y mi corazón sufriría esa Hermosa taquicardia tan típica de mí cuando se trataba de ti. 

Pero no. 
Ya no. 

París ha perdido todo su encanto desde que mi Francesita no se pasea por sus calles, bueno, ni por las suyas, ni por las mías y no hablo del asfalto de Madrid, sino de cada poro de mi piel que tirita y se encoge desde que ella no los toca, hablo de mis ojos continuamente cansados, hablo del yo que ha surgido desde que mi yo con ella desapareció.

Desde mi ventana veo pasar cada mañana a las Palomas que vuelan alto, y me dan envidia porque ellas si que pueden escapar a donde quieran, son libres de ir a cualquier sitio... y mientras fumo como un condenado deseo ser uno más entre ellas pero , al igual que yo, curiosamente cada mañana vuelven al alféizar de mi ventana, esperando a que aparezcas tú para darles migas de pan, a pesar de que te dije 1923 veces que no lo hicieras... tú y tus cabezonerías, tú y tu sonrisa de Ciencia ficción, tú y esa maldita mirada que me hacía perder la razón, tú y tu maravillosa tradición de convencerme con un "Después hacemos Todo lo que tu quieras."

Y no, a mi corazón no le salen Las cuentas, será porque el recuento de tus besos es de cero y mi demacrado cuerpo aún no se ha acostumbrado a tu ausencia ni al frío, ese frío que cuando Afuera en la ciudad era invierno tu destruías sembrando primaveras en mi colchón y convirtiendo mi habitación en tu jardín contemporáneo. Tenías la habilidad de convertir lo normal en extraordinario, sacando Del hueso una flor y creando vida a tu antojo con nada más que el poder del sonido de tu risa, ese sonido que atormenta mis noches. 

Si miro hacia atrás, hago un Vis a vis con mi yo de antes y joder, tampoco estoy tan mal ahora ¿no? quiero decir, me veo bien... quizás un poco más delgado y mucho más borracho, pero al menos el alcohol me quita la sensación de Vértigo Aunque sea un rato . 

No te lo voy a negar, estoy Cerca del precipicio pero mi reflejo me salva y el Telediario me recuerda que el día a día continúa aunque ni tú ni yo seamos portada de ningún diario, aunque a quién quiero engañar, nunca lo fuimos, sólo en nuestra memoria; ahí donde guardo nuestras fotos, el recuerdo de los cigarros de después, de las sábanas revueltas, de las cervezas de más y de los ibuprofenos de menos, ahí donde escondí el Miedo, ahí donde también están los recuerdos de mi abuelo, de mis padres, de esos Penaltis que me hicieron saltar del sillón con 11 años, ahí donde estás tú, recién levantada y en ropa interior, ahí donde está tu inicial grabada a fuego (M).

Con el corazón hecho polvo, pedazos y Pólvora (que espero que tú no vuelvas a hacer estallar) me despido de ti, fue un placer compartir vida. 
Hasta siempre.