"La era de los prodigios"

miércoles, 2 de julio de 2014

Retales de recuerdos en Barcelona

Supongamos que esto es un encargo, supongamos que alguien desde su más plena ignorancia me ha pedido que escriba "algo" y que además, sea "bonito".
Supongamos también si queréis que lo hago por voluntad propia.
Supongamos, por ejemplo, que llevo encima unas copas de más.

Obviando las dos últimas, quedémonos con la primera opción.

No sé por qué sigo aquí, en este piso situado en la zona más centrica de Barcelona. Tampoco sé por qué dejaste el segundo cajón de nuestra cómoda a medio vaciar.
El resto de la casa está llena de tu vacío, irónico ¿verdad?
No sé si prefiero pensar que fue un despiste o una estrategia meditada para hacerme pasar a mí por el último trago de ti, en el sentido de hacerme responsable de tirar tus últimos trastos y por consiguiente hacerme a mí protagonista y, pluma en mano, tener que escribir nuestro punto y final.

Ese que tú disfrazaste de paréntesis, para dejar la puerta de nuestro camino juntos entreabierta.
Ahora que lo pienso, qué poca vergüenza.

Fíjate en lo que te has convertido: en resaca, cuando antes eras la primera, la segunda, la tercera, la cuarta, la quinta o la décima copa de mi alcohol preferido, no me cansaba nunca de emborracharme de ti.
Y ahora las mañanas tienen como actores principales de reparto al mareo, a la angustia y al vómito.
Mareo porque la casa no deja de dar vueltas desde que decidiste marcharte dejando una mísera nota pegada con un imán al frigorífico, con eso debería haberme dado cuenta de que lo que se avecinaba iba a ser frío. Las paredes me oprimen hasta convertirme en una especie de lamento que solo sabe decir "T'estimo" y "Tant de bo que fossis aquí."
Ni rompiendo las paredes con el martillo de tu desprecio los recuerdos se derrumbarían, para ello tendría que destruirme también a mi y yo ya soy mi propia casa en ruinas.
Cada mañana intento vomitarte, sacarte de lo más dentro de mi, vomitar nuestra Sagrada Familia, esa que construimos a base de planes de futuro. Quiero vomitar tu paseo marítimo y tu Parque Güel, quiero vomitar tus Ramblas.
¿En qué me quedaré cuando ya no me quede dentro nada de ti?

Ojalá hubiera estado aquí mientras recogías tus cosas, observándote sentado en el sofá, viéndote ir y venir cargada de recuerdos y metiéndolos a trompicones en una maleta demasiado pequeña para guardar 5 años. De haber estado aquí, te hubiera dado una más grande para poder meterte en ella y verte salir, reducida a anécota, por la puerta de mi vida.
Ojalá hubiera estado aquí para hacerte mirarme a los ojos y obligarte a decirme aquello que decidiste que no era lo suficientemente importante como para ponerle voz.
Ojalá hubiera estado aquí para vaciarte en la maleta el segundo cajón de nuestra cómoda, donde están aun las fotos, esas fotos desde las que me miras como si todavía me abrazaras por detras cada mañana.

Volviendo al principio, supongamos que alguien desde su más plena ignorancia me ha pedido que escriba "algo" y que además fuese "bonito"
Lo siento por la decepción, lo bonito se lo llevó ella en su maleta. Aquí solo dejó tuppers de comida para dos, cama de matrimonio para uno y un café a medias, esperando a ser endulzado con un poco de azúcar, si quieres algo bonito, ahí tienes las fotos.
Quedátelas y escribe una historia sobre esos dos amantes que ahora ya ni se conocen.