"La era de los prodigios"

domingo, 30 de marzo de 2014

Aprender en Madrid.

De repente una mañana te levantas y el mundo, la vida o tus legañas deciden que ese día no va a ser un buen día, y te lo tuercen o yo que sé, a lo mejor somos nosotros los que nos lo torcemos a propósito para darnos un poco de vidilla dentro de esta asquerosa rutina en la que andamos sumergidos a diario. Pero, ¿entonces qué? Pues entonces nos calentamos de más la leche y el café se nos cae encima de la única camisa blanca que tenemos planchada en el armario, y con prisas y con los minutos de retraso exactos para perder el tren, corremos a por ese jersey tan bonito que un día alguien especial te regaló, y que hoy te lo pones sin tan siquiera darte cuenta. Y bajas a la calle, corriendo por supuesto y ¿qué pasa? que empieza a llover justo el día que tú has cambiado de bolso y te has olvidado el paraguas, o justo el día que te has puesto esa sudadera sin capucha o justo el día que has decidido ir de hipster y vas sin abrigo y con Vans, porque tú lo vales; y realmente cabreado por haber metido un pie en un charco piensas "Al levantar la jodida persiana no estaba lloviendo." pero no pasa nada, sigues corriendo a pesar de que sabes de sobra que has perdido el tren de las 8:27 y que no llegas... pues eso, ni de coña pero con la mirada puesta en el cielo rezas para que no se te haya olvidado también el abono transportes en el escritorio, ahí donde lo viste justo antes de coger las llaves y... media vuelta. A casa. 

Llegas con la lengua fuera y pasas el día como puedes pero sonriendo porque a la vida se le sonríe, con sonrisa amplia y dientes torcidos, con un tono de dientes normal, de persona normal nacida en un barrio de Madrid, nada de blanqueamientos deslumbrantes como las estrellas de cine, que parece que llevan un foco en cada pieza dental. 

No se sabe ni cómo pero llegas a casa, con los folios metidos de cualquiera manera en la mochila, o en el bolso, o en el maletín y nada más cerrar la puerta de tu casa con doble vuelta de llave el primer pensamiento que una persona normal tendría sería "Por fin en casa." 

MENTIRA
El primer pensamiento que una persona normal tiene al entrar por casa después de un día de mierda es "Me quiero ir de aquí. Quiero escapar. No lo soporto más." Y es porque la ciudad muchas veces nos agobia, nos merma la poca positividad que hoy en día se puede tener, nos pone al límite, nos hace pruebas (a ver si os vais a pensar que lo de perder el bus o el metro es casualidad. Estoy convencida de que hay un acuerdo firmado por todo el Consorcio de Transportes de la Comunidad de Madrid para ello) y lo del olor a las 8 de la mañana en el metro ¿qué? Queridos, queridas, si sois capaces de soportar ese olor sin vomitar NO HABRÁ RESACA QUE SE OS RESISTA.
Igual que la ley no escrita de "Deje salir antes de entrar", si, esa ley que todos nos pasamos por el forro sea un día normal o un día de mierda, si hay que entrar en el vagón repleto para coger sitio me llevo por delante a quien sea, que tengo 20 años y estoy en la flor de la vida, pero yo, por mis santas narices me siento, a ver donde vamos a llegar, porque claro, está mal visto que los jóvenes vayan sentados y las personas mayores de pie, pero es que aquí entra la maravillosa odisea de aguantarle la mirada a una mujer mayor que entra en el vagón y se te queda mirando fijamente como diciendo "Ah pero, ¿no me vas a dejar sentarme?" y tú le contestas "No." Pero en realidad es un cumplido encubierto porque si no le cedes el asiento es porque bajo tu juicio has valorado que esa persona puede ir perfectamente de pie, vamos que se conserva bien, que para los años que tenga no necesita de un asiento a las 8 de la mañana en un metro que atufa, ¿Y ACASO ESO NOS LO AGRADECE ALGUIEN? Pues no. Señoras y señores mayores, hay que ser más agradecido en esta vida.
Y si, no se puede pedir a una persona, tenga la edad que tenga, que te ceda su asiento en el metro y esta ley no escrita debería escribirse bien grande en los vagones y estaciones del metro.

Y la verdad es que en el fondo se disfruta de la capital, puedes irte donde sea, puedes querer escapar, mudarte, irte a Barcelona, a Alemania, a París... pero si has nacido aquí, o has vivido en Madrid el tiempo suficiente como para que se te peguen expresiones como "Renta mazo" o "Tú, tú, no te cantees" y sepas exactamente el tonillo de "Atención: estación en curva, al salir tengan cuidado para no introducir el pie entre coche y andén" siempre siempre siempre, tendrás un pedacito de tu corazón en el Km 0 de la Puerta del Sol. 
Porque... ¿qué es Madrid?
Madrid es aceptar un robo a mano armada en el Starbucks de Callao, es Gran Vía con su tráfico interminable que te secuestra a un lado del paso de cebra y que a pesar de empezar a cruzar con tiempo, siempre acabarás casi corriendo para llegar al otro lado de la calle (desde aquí hago un llamamiento a los que se encargan de poner tiempo a los muñequitos de los semáforos, muchas veces NO DA TIEMPO, gracias). Madrid son noches de fiesta por Moncloa, por Atocha, por Plaza España... (con cuatro ojos por si aparecen nuestros queridos amigos con recetas de 600€...) esas noches de fiesta típicas de la capital que sabes cómo empiezan pero jamás sabrás cómo acaban, ni cuando ya han acabado; esas noches de fiesta en las que pierdes el bolso, el móvil, el abono, dinero o incluso un tacón, esas noches de fiesta que te matan a la mañana siguiente poco a poco, pero que a la vez te hacen sentir un poco más vivo, esas noches de fiesta de las que descubres fotos 2 meses después y no tienes ni idea de quiénes son las 15 personas que salen contigo. Madrid es aire contaminado pero puro, formado por los gritos de cientos de personas que están disfrutando en el Parque de Atracciones, por las risas de ese par de enamorados que se están comiendo a besos en el Templo de Debod, por el conjunto de gilipolleces que se están contando ese grupo de chavales que está paseando por los alrededores del Palacio Real. 
Madrid es perderse por Tribunal o La Latina, Madrid es Chueca.
Madrid son las vistas de las cuatro torres de la Castellana y los millones de atardeceres atrapados en cámaras desde El Círculo de Bellas Artes, Madrid es el Calderón y el Bernabéu, Neptuno y La Cibeles. 
Madrid es el 15-M y la Marea Verde, Madrid son las manifestaciones y los moratones provocados por pelotas de goma, Madrid es la voz del pueblo. 
Madrid es La Feria del Libro y el paraíso para los amantes de las flores con su Jardín Botánico, Madrid son los conciertos en el Palacio de los Deportes, La Riviera o Las Ventas. Madrid es inspiración y musa, Madrid es la "Lady Madrid" de Pereza, el "Madrid" de La Fuga, la cuna de Luis Ramiro y de Marwan. 

Madrid es capital y centro, punto de encuentro y vía de escape.
Madrid son polos opuestos, amor y odio hace la ciudad que nos ha visto nacer, crecer, emborracharnos, perdernos y encontrarnos. Madrid es aprenderse las líneas de metro por colores, Madrid es llevar a cuestas el violín por todas las redes de transporte público, Madrid es aprender a leerse un libro en los trayectos a la universidad. Madrid es pintura y fotografía.
Madrid eres tú, soy yo y es ese chaval que nada más llegar a la puerta del metro se ha dado la vuelta, me apuesto el paraguas que me he olvidado en casa a que se ha dejado el abono encima del escritorio, ahí donde lo vio justo antes de coger las llaves, ojalá que al llegar a casa odie Madrid, y se acueste amándolo.


martes, 18 de marzo de 2014

Para todos los públicos.

Hoy quiero mandar un mensaje a todos aquellos seres que están perdidos o que no saben encontrarse, también a los que se han perdido a propósito, a los que salen de dudas o que siguen dudando, a los que se endeudan y a los que se lían, que se apegan, que se pegan, que se apartan o que se acercan, a los enamorados, a los que se ponen morados a helado por haberse des-enamorado, a los que esconden el corazón y a los que lo llevan en la mano, a los chulos, a las chulas, a los tímidos y tímidas, también a los que dan la mano al presentarse, a los que, en cambio, dan dos besos, a los que no los dan, a los que los roban, a los que se los guardan y a los que los regalan, a los que saben pintar y a los que no, a los que cantan, a los que se creen que cantan y a los que gritan, a los que se lanzan y a los que les lanzas, a los que se hacen la picha un lío y a los que se tienen que hacer un lío en la picha para no joder su relación, también a los que contestan al segundo toque y a los que no quieren que les toques, a los que tienen la cabeza sobre los hombros y a los que la pierden por una mirada, a los que tienen ojos verdes, o castaños, o azules y hasta a los que se ponen lentillas de colores, a los gafotas, a los que llevan gafas por moda y a los que no siguen modas y visten como les sale del puñetero culo, a los que están más solo que la una y encuentran consuelo en el amor propio (no se si se me entiende), a los que están solos y lo disfrutan, ¡qué coño!, a las parejas, a los tríos amorosos, a los que odian el amor, a los que dicen que lo odian y a los ñoños de la pandilla, a los que les gustan las comedias y a los que tienen complejo de Saw con su maldita manía de "vamos a jugar a un juego" y casualmente es con corazones ajenos, a los que les gusta que les escuchen y a los que hacen oídos sordos cuando les habla su madre, a los que atienden en clase y a los que tienden a dormirse, a los que se muerden las uñas, a los que arañan y a los que les van los muerdos, a los que hacen el amor y a los que les follan en un examen, a los que dicen "Hidalgo!" y a los que no beben (delante de sus padres), a los que solo beben whisky y a los que se beben hasta el agua de los floreros (florero incluido), a los que dejan huella y a los que borras con una goma Milán, a los que juegan, también a aquellos con los que juegan, a los que les gustaría jugar y a los que se quedan mirando, a los que fuman, a los que no y a los que aliñan el tabaco, a los vegetarianos, a los carnívoros y a los que se comen a besos, a los adictos al whatsapp, al vine, a la fiesta o a la lectura, a los que se acaban de conocer, a los que no se conocerán nunca, a los desconocidos que se miran y a los que se conocen pero se evitan, a los que cortan, a los que cosen y curan heridas, a los que muerden almohadas (y a los que no), a los que les van las tijeras y a los que les gusta solo el misionero, a los que hacen puenting y a los que deciden tirarse por un precipicio, a los que sienten, a los que lo sienten, a los que sientes y a los que no, a aquellos que se matarían si pudieran y a aquellos que ojalá no hubieran aparecido nunca, a los que viajan, a los que se quedan y a los que quedándose, se piran, a los que ríen, a los que lloran y también a los que se ríen llorando y a los que lloran riendo, a los amigos cabrones, a los amigos de verdad, a los follamigos y a todas las variantes de amigo con derecho a roce, a los que mantita y peli y a los que "me ha vuelto ese a ver", a los sabios y a los que hablan sin saber, también a los que tienen complejo de yoyó y no saben cuando enrollarse y cuando desenrollarse, a los que no saben como despedirse y a los que se cagan encima por miedo a empezar una relación, a los que miran a los ojos cuando te hablan y... bueno también a los que miran a las tetas, a los que "uf que culo" y a los que "lo importante está en el interior", a los sensibles, a los hijos puta y a aquellos a los que abrazarías toda la vida si pudieras, a los que pierden el norte y buscan el sur, a tí que me estás leyendo o a ti que has pasado de llegar al final...
A todos vosotros: atreveos. ¿A qué? A todo.