No hace falta que hagas nada para que se me encoja el corazón.
Y supongo que de lo que tantos hablan es esto.
Y no, no tiene un nombre, porque es imposible de comparar a todo cuanto he conocido, no tiene nada que ver con nada y han escrito sobre esto sin tener ni idea.
O a mí al menos no me alcanza.
Han llenado mentes con ideas preconcebidas de algo para lo que no hay palabras.
No sé describirlo y me da igual porque frente a ti lo mejor es quedarme sin palabras y sin argumentos. Porque no te cuestiono, porque no me pregunto nada, porque lo concibo así y para mí no hay mayor certeza que tú y no quiero más.
Pero siempre necesitaré más de tí porque para un artista no hay mayor droga que un escenario y tú supongo que eres mi Auditorio Nacional.
Eres tan esencia que pareces hasta contranatura... y es que no creo que haya nada más puro ni más sano que verte dormir.
Haces crecer en mí mis anhelos mas profundos y se arraigan tus huellas dactilares echando raíces en mi cintura.
Y en mi ombligo.
Y ojalá que respirarte sea una nueva fórmula para hallar oxígeno.
Muchos hablan de ello y pocos lo entienden.
Yo ni lo entiendo ni lo pretendo. Sólo lo sé.
Pero hablo. Y lo haré hasta quedarme sin saliva.
Hoy mi memoria es táctil y no puedo evitar sonreír.