"La era de los prodigios"

jueves, 28 de febrero de 2013

Yo no busco motivos, busco realidades.

Hola. Sólo venía a susurrarte que hoy el cielo de Orión de mi universo paralelo situado en tu segunda costilla contando por la última en el lado izquierdo cerca del corazón, te echa de menos.
Dame una estrella, que ya te ilumino yo.
Ay, señor, ese pequeño lunar situado en la parte de atrás de tu cuello a la derecha a escasos centímetros de estar en el centro de tu nuca, me está volviendo loca, dile que pare, que no puedo más.
Y el mar, ese mar azul rodeado de espuma blanca que forma olas en tus ojos cada vez que te ríes hasta no poder más... ¡qué puedo decir de ese mar! ¡si este barquito de vela está a la deriva dentro de ellos y sin querer avanzar jamás!

domingo, 24 de febrero de 2013

Manos frías, corazón caliente.

Si te asomas un poco más tienes el riesgo de caerte. La curiosidad mataría al gato, pero lo bueno es que tendrías seis oportunidades más, ¿lo entiendes?
Aquí al B O R D E   D E L   A B I S M O he venido hoy con bolsitas de té, pastas de canela y una lluvia de ideas. Los pies cuelgan del precipicio, y yo sentada contemplo al viento jugar con el silencio mientras mis manos podrían servir de helado en pleno mes de Agosto.
Lo bueno de venirte al fin del mundo es que puedes contemplar todas esas toneladas de folios arrugados lanzados al vacío por algún poeta sin talento, sinfonías a medio componer, cartas que jamás se enviaron o latidos congelados que sólo existieron por un amor.
Los pétalos de una margarita decidieron por mí, y por eso hoy estoy aquí observando todas mis frustraciones y cambios de opinión que han llegado a parar a esta zona del fin I N F I N I T O.
Y entonces me visita ese gato, que me incita con su mirada a acompañarle al fin. Seguramente haya sido abandonado por esa dueña caprichosa que decidió que por regalo de sus 18 quería un perro. Yo sólo le acaricio y contemplo cómo desciende a esa zona del olvido. Quién sabe, quizás ahí abajo haya más como él,  alomejor incluso componen una ópera que llegará a nuestros oídos en una noche de reflexión, de vueltas cabeza, de pueblo y luna llena.
El pétalo de otra M A R G A R I T A decide que va siendo hora de partir.Lanzo al vacío ese folio arrugado y sé que ha llegado bien. Recibo un maullido como despedida.
Adiós ojos verdes, mañana vendré a tirarte una lata de pescado.


Me llaman Octubre.

"Donde diablos estés.Por fin me atrevo a resumir aquel año. Cuando queríamos romper ventanas y lo hacíamos. Donde diablos estés, si lo escuchas no te lo tomes a mal. Todo está pasado por el filtro del tiempo y de mi imaginación tramposa. Si te preguntas "¿se ha atrevido a hablar de él y de mi?" observa la cifra y considérate contestada. No incluyo nombres en ningún caso. Únicamente lo sabrás tú, que, en cierta manera, es lo que pretendía. Una broma desde la distancia. 1999. El año del supuesto fin del mundo... en cierta manera... sí... el fin de tí y de mí... algo definible como un pequeño mundo infranqueable para el resto. Y como extrañas plantas, crecíamos más cuando menos agua y luz existían a nuestro alrededor. ¿Cómo podíamos pretender gustar al resto? Nos conocimos sin raíces, andamos un tiempo juntos, sin raíces... en algunos momentos tuve la sensación de que cada uno de nosotros arraigó en el otro. Pero, de cualquier manera, ya era demasiado tarde para nosotros. ¿Cómo podían asentarse en tierra dos seres tan volátiles? Así que cada uno siguió el camino que le correspondía, y no hay nada más que decir. Hoy iré tarde a dormir. Te informo. Me imagino que mañana te levantarás temprano"

domingo, 17 de febrero de 2013

Madrugadas a las 3 y 23.

A cada calada que daba el cigarro se le consumía y el humo, jugaba a enredarse con sus pensamientos. Trago a trago, sorbo a sorbo, el café frío se acababa. Suspiro a suspiro, lágrima a lágrima, el rímel teñía su cara de negro.
La ciudad hoy estaba disfrazada de gris y ese humo que lenta y periódicamente salía de sus pulmones, ascendía hacia esas nubes grises, amenazantes de tormenta, y allí, se hacía un hueco y observaba desde las alturas.
El viento movía las cortinas del salón, entraba sin pedir permiso y revoloteaba en su pelo, enredándolo, despeinándolo. Las calles olían a soledad, las estrellas pestañeaban y ofrecían un guiño de luz a esa noche oscura.
Su tatuaje asomaba curioso a través de la manga del jersey. Un trébol de cuatro hojas la recordaba que la suerte, hay que buscarla.
Montones de folios desperdigados por la mesa bailaban un vals con el viento. Bailaban sin pisarse los pies.
Salía al balcón, y dedicaba una última calada a ese barrio que tantas noches la había cuidado mientras dormía, pero que hoy, le hacía compañía en su insomnio.
Del cigarro de la suerte, su cigarro de la suerte que en cada paquete reservaba para el final, ya sólo quedaban las cenizas esparcidas desde su balcón a la acera y el humo que se había ido a reunir con las nubes.
¿De sus pensamientos? Tampoco quedaba nada ya. Sólo esa sensación de vacío que siempre hace aparición cada vez que le das demasiadas vueltas a algo *o a nada*.
En un último suspiro empezó a llover humo y las gotas disimularon su llanto.
Miró su reloj. Si se daba prisa podría dormir exactamente 4 horas y 8 minutos. Desgraciadamente las ojeras tendrían que volver a ser disimuladas a la mañana siguiente.

viernes, 1 de febrero de 2013

Huele a locura, ¿no crees?

Hoy me apetece café en compañía de una buena película y un buen bol de palomitas mientras cada rincón de mi casa me pregunta que dónde te has metido y que vuelvas pronto, que mi almohada ya no recuerda tu olor. Que el otro día hasta me pareció escuchar como las paredes de mi habitación susurraban tu nombre y la cama se encogía de frío sin ti, pero ya les he dicho que no se preocupen que volverás pronto.