"La era de los prodigios"

domingo, 9 de diciembre de 2012

Un despertar a lo película en blanco y negro.

Las personas, desde que empezamos a tener una cierta edad de madurez o una edad en la que ya pensamos las cosas un par de veces, nos dedicamos a buscar ese "algo" que nos falta, esa mitad como llaman algunos, esa media naranja o simplemente esa meta u objetivo transformado en persona que queremos alcanzar y por tanto nos motiva a seguir adelante.
Pero ¿yo? Yo simplemente dejé de buscar, quiero decir, me harté de mirar bajo las piedras, de buscar por las esquinas; de andar y andar y forzar a mi corazón a querer; por lo que desistí y abandoné.
Muchos podéis pensar que me rendí. Pero no lo hice. En mi interior aún quedaban las ganas de encontrarlo, simplemente dejé de buscar.
Tal vez poniéndoos un ejemplo más ordinario consigáis entender lo que os quiero decir.
Todos alguna vez hemos extraviado algo, cualquier cosa: apuntes, un boli, unos pendientes... y nos hemos matado a buscar por todos los sitios, durante horas. Hasta que llega un momento en el que dices "Que le den a los malditos pendientes" y dejas de buscar.
Pasan los días y ya no te acuerdas de aquello que perdiste, solo de vez en cuando, pero como lo das por desaparecido tampoco le das demasiada importancia. Pero de repente, un día, aquello que perdiste aparece de nuevo, y es una tontería, (sí, son unos jodidos pendientes) pero me diréis que cuando los volvéis a encontrar no os alegráis un montón y os los volvéis a poner a todas horas.

Pues algo parecido me pasó a mí, y estoy segura de que a más de uno también.

Estaba en esa época de corazón de piedra, de armadura anti-sentimientos, de apariencia de no querer valorar aquello que se me presentase. Sí, sabéis de lo que hablo; esta etapa de mierda en la que absolutamente TODO nos da igual.
Pero, ¿sabéis que pasó? Que de repente, sin comerlo ni beberlo, apareció alguien que rompió todos mis esquemas, que partió mi armadura, que me enseñó a valorar.
Esa persona que cuando menos esperas que aparezcas, pum! Entra en tu vida sin llamar a la puerta, pero limpiándose los zapatos antes de pasar; sí, esa "media naranja", esa "mitad".
Pero yo, como siempre, no quiero llamarlo así. Simplemente por la sencilla y estúpida razón de que las naranjas no me apasionan.

Al no querer tacharlo con ninguna etiqueta estúpida demasiado usada, decidí tacharlo con una etiqueta más estúpida aún. "Medio mango".

Sinceramente, mi reflexión no sé por qué narices ha llegado a este punto de absurdez porque yo lo que desde un principio quería decir es que...
"Yo mataré monstruos por tí, solo tienes que avisar"



sábado, 8 de diciembre de 2012

Your love is my turning page.

Que cuando estés mal yo te daré cinco motivos para sonreír.

Encender las estrellas con el sonido de tu risa y hacer que la Luna esta noche salga por ti.
Hacer brillar al Sol cada mañana y conseguir que la niebla no dificulte tu subida a la cima del Everest que es tu vida, nuestra vida.
Que si tiene que llover, que llueva, pero que las gotas se lleven tus miedos y empapen tus dudas.
Que la seguridad, la alegría, las ganas de vivir, las sonrisas, tu brillo en los ojos y las ganas de continuar cuajen en tu vida como la nieve cuaja en ese lugar que tú conoces tan bien.
Que el viento solo sirva para despeinarnos los problemas.
Saltar de estación en estación contigo.