"La era de los prodigios"

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Dante también lo calificaría de inútil

Giró su cabeza hacia la izquierda y se encontró, unas filas más allá, con unas mejilas rojas y un par de manos inquietas que jugueteaban con su pelo mientras en su rostro se le dibujaba una sonrisa que intentaba ocultar, por timidez, por vergüenza, que más da; él sólo estaba convencido de que esos ojos eran un misterio que quería resolver, un caos en donde quería adentrarse, un universo que quería recorrer.

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De                                                                                                                                            a


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No paraba quieta en su silla, él intuía que ella sólo tenía ganas de salir de ahí, que ella sólo quería volar.
Y por primera vez en su vida pensó "Ojalá fuera alas".
Lo que él no sabía es que con cada mirada ella volaba un pelín más alto. 

Probó suerte otra vez. Y sus ojos recorriendo su silueta se encontraron con los suyos. Y hubo tanta electricidad que el corazón de ambos sufrió un cortocircuito. Durante un milisegundo estuvieron muertos para revivir  cuando el rubor alcanzó sus pecas.

Ambos estaban perdidos. Y no sabían si se habían encontrado.
Ella estaba indecisa, cautelosa pero deseosa de saber, de conocer, de reír, de componer sonetos en su espalda.
Él ya estaba pensando en los acordes para otra canción y disfrutaba divertido del placer de hacerla enrojecer. Aún nadie sabía que lo que más ansiaba hacer era un book con miles de imágenes grabadas en su retina viéndola amanecer.

Ambos estaban perdidos. Y no sabían si se habían encontrado.
Lo que ellos no sabían era que seguían siendo dos completos extraños, pero que habían aprendido a leerse con los ojos. 
Ella también quería aprender a leerle en braille

viernes, 6 de septiembre de 2013

Crónicas de un borracho

El frío de madrugada empieza a recorrerte la columna vertebral, echas el último trago a tu cubata, ya caliente.
-Demasiado whisky, quizás-
Piensas cuando de repente sientes el mundo temblar bajo tus pies.
Y no solo el mundo.
También tu cabeza, tus ideas. Tu impresión en general. 
Suspiros y reflexiones de borracho que acaban en un árbol, donde de repente, te encuentras solo, aturdido, mareado. Y vomitas ansiedad y malos tragos.
Te vacías y entonces piensas que la única compañía de esta noche se encontraba en el fondo del vaso que acabas de tirar. Y eso te abruma, te inquieta, te pone nervioso. Te a-l-t-e-r-a. 

Con la mirada perdida buscas su sombra entre la niebla de tu iris, pero solo encuentras rostros extraños pidiéndote un cigarro.
Tienes la boca seca, y quieres algo que calme tu sed.
-Pero no quiero agua. Ni más alcohol-
Tienes sed de sus pupilas. Y hambre de su piel.
-Solo estoy borracho-
Y buscándola en un vaso. Y suspirándola en cada calada. 
Decides irte a casa, pero no encuentras el camino. No encuentras TU camino. Te pierdes entre las calles, tuerces las esquinas pensando en torcerte por sus caderas. Observas las farolas, admirando su luz, preguntándote como puede brillar tanto la Luna ahí arriba y alumbrarte tan poco los pasos. 
Las carreteras están vacías, se oyen coches lejanos, derrapes en las rotondas, música que sale de algún altavoz.
Y a ti la música que más te gusta es su risa a las 5 de la mañana, cuando después de estar perdido toda la noche, de buscarla en un vaso, de suspirarla en cada calada oyes como a la puerta de su casa, se le caen las llaves y con una sonrisa de "Dónde te habías metido" se aleja gritándote un buenas noches.