"La era de los prodigios"

jueves, 18 de julio de 2013

Mírate al espejo, ¿qué ves?

Hoy quiero ser escueta. No hacen falta tampoco muchas palabras cuando te sientes vacía, como cuando se acaba la caja de helados o te fumas hasta el filtro del último cigarro.
Supongo que es la ciudad que me ahoga. Sus ruidos, su incertidumbre, su estrepitosa rutina.
Será que necesito ese olor a nuevo, a no estrés, a abrazo sin despedida, a verano con sonrisas y no con calles y rutas que se esquivan. Será que necesito ese helado de stracciatella, o una fuente de chocolate blanco para volver a sentirme *dulce*. O alomejor es que miro al cielo y sólo veo contaminación y será que necesito nubes aunque sean de algodón que anuncia tormenta, pero nubes al fin y al cabo; nubes en las que podamos perdernos ambos, las mires desde donde las mires.
Será que me pierdo dentro de mí misma con cuatro canciones y que no quiero salir, o que para salir necesito ese gancho que no tengo. Será que ya no lucho por no caer, será que sólo lucho por poder pasar los días al día.
Quizá sólo necesite la calma de un buen susurro en mi tímpano a tiempo o quizá sea sólo el tiempo que está causando estragos en mi interior.
Será que esa camisa ya no es la que me queda grande y es esta vez el mundo el que me viene grande. O quizás es la tinta empleada en no imprimir fotos lo que hace que los recuerdos se emborronen y dejen los marcos vacíos.
Alomejor es el pasillo que ya no huele tu colonia o la existencia del no cobijo cuando hay tormenta.
Aunque yo creo que son los rayos, que iluminan los cristales rotos y las plantas de mis pies descalzos.

Curioso conjunto el de las paredes blancas y el de mi cuerpo emborronado por cinco gotas de alcohol.

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