"La era de los prodigios"

lunes, 10 de febrero de 2014

Eres arte.

Soy un desastre, y creo que no descubres América al decirte esto. Sí, soy un desastre de la cabeza a los pies pero si fuera un árbol, sería un sauce llorón, para darte cobijo bajo mis ramas.

¿Nunca te he hablado de la paz que me transmiten esos árboles? Quiero que esa paz llegue a ti, y si hace falta, me transformo en árbol, para ti.
O en césped recién cortado, o en olor a gasolina.
Lo que tú quieras, lo que más te guste.

Sí, soy un desastre y si he venido hasta este portal sin paraguas es porque quiero que me recibas con una tormenta de besos, que de rayos ya tenemos suficiente con la que está cayendo ahí afuera.
Si... soy un desastre, que no tengo nada ordenado, ni siquiera mis ideas más arraigadas pero supongo que eso es lo que me hace diferente. Sí, el hecho de olvidarme de las cosas más terrenales tiene un motivo, y es porque prefiero acordarme de rozar el cielo con las puntas de mis dedos cuando te miro a los ojos. A veces marrones, a veces negros, depende de lo que se me haya olvidado ese día, pero normalmente sé como hacerlos oscurecer (haciendo que cierres tus párpados para contemplarte por dentro, obvio)

Sí... soy un desastre pero adoro tu risa cuando, con el pelo mojado y la toalla sujetada por mi mano derecha, salgo a recibirte (descalza) y miro la hora mientras resoplo diciendo "No puede ser... hace nada eran las 4 de la tarde." Sí... no tengo cabeza para nada y para no perderla prefiero apoyarla en tu hombro y que sea tu barbilla la que la sujete, acompasada con tu respiración.

Lo único que odio de llegar siempre tarde son los minutos que me auto-robo de estar contigo, será por eso que lo único que quiero es atraparte con mi Polaroid y hacer un collage con tus mejores muecas y colgarlas de la lámpara de mi habitación, para que así de paso seas tu el que me ilumine y el primero que vea mi cara de dormida cuando suena la alarma al despertar.

Lo bueno de olvidarme de lo que iba a decir y acordarme a los pocos minutos, es darme cuenta de que todo lo que tenía que decir es que tengo miles de planes pensados, un montón de películas apuntadas en una lista kilométrica, que tengo un montón de anécdotas que contarte y que seguramente ahora, mientras camino hacia tu dirección me pase algo, y seguramente ese "algo" lo contaré con risas mientras te desesperas por saber qué narices hago un miércoles a las 21.40 por tus calles.
Y yo, por supuesto, lo haré encantada acompañándome a mi misma con aspavientos, voces altas y risas nerviosas porque sí, no puedes pretender escudriñarme con la mirada como lo haces y que no me ponga nerviosa.

Ni siquiera ahora mismo sé por qué te estoy recitando todo esto en alto porque la verdad es que me he saltado la mitad de todo lo que tenía pensado ¿ves? un jodido desastre, de la cabeza a los pies.

Sólo quería decirte que el escalón no es muy alto, que puedes andar hasta con los ojos cerrados y que como ya dice el refrán "Todos los caminos llegan a Roma" pero yo solo quiero que llegues hasta mí, por ahora no quiero a Italia, que para Coliseo ya está mi corazón (un poco en ruinas) pero siempre con visitantes pasajeros, fortuna la mía que tú sigas andando por sus galerías.

Si... soy un desastre pero, ¿tú has visto qué final?
Totalmente improvisado, qué bien me inspiras.

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