"La era de los prodigios"

lunes, 24 de febrero de 2014

Carta a todas tus catástrofes

No sabes cómo, dónde ni por qué. Solo sabes que de repente, tú no eres el mismo, que la ciudad ha cambiado o que quizás el que ha cambiado eres tú.
No sabrías decir a ciencia cierta si los acontecimientos te han moldeado o si ha sido tu molde el que se ha adaptado a ellos pero lo importante es, que de repente, piensas las cosas de otra manera, ves la ciudad de manera distinta, los que te rodeaban han desaparecido y no sabes si la culpa es tuya o la vida simplemente te está dando la oportunidad de abrirte, o la oportunidad para perderte para siempre, tu mirada es desafiante pero curiosa y tu corazón... ni siquiera sabrías qué decir sobre él, porque hace tiempo que escuchas a tu mente.
No sabes en qué te has convertido, o te han convertido. "Yo no soy así" te gritas por dentro hasta rajarte las entrañas pero... ¿no lo ves? tu reflejo es el mismo, tus ojos son iguales, tus dientes sonríen igual... es tu risa lo que ha cambiado, o lo que te ha cambiado, o lo que te han cambiado. Tampoco tienes ni idea para hablar de eso.
Das pasos firmes, o lo intentas, y ya no te ríes de tus fallos. ¿Tanto dolor tienes para no mirarme? ¿Para no perdonarte?
A lo mejor lo único que pasa es que de repente te crees autosuficiente y das por hecho que no necesitas a nadie más. Pero entonces explícale por qué cada noche te sientes en deuda si no le das las buenas noches, explícale entonces por qué a pesar de ser un cobarde no desapareces, explícale por qué sigue siendo el rostro de tus cuadros.
Te secas las lágrimas con rapidez y furia pero por dentro te inundas. Te peinas pero tu aspecto no te importa. Le sonríes, porque quieres mantenerla atada de pies y manos, pero en realidad hace tiempo que el valor de una sonrisa perdió sentido para ti. Te prometiste cambiar, y lo hiciste, pero te equivocaste de sentido. Tú no querías no querer, pero creo que es tarde.
Porque la muralla de hielo hace tiempo que te rodeó por completo. Es tarde porque ya hace tiempo que tus ojos tienen ese brillo oscuro. Es tarde porque te has dejado dominar por el miedo, ese que crees haber superado, ese que te hace decir cosas que no piensas, ese que ha hecho que la única persona en la faz de la Tierra capaz de aguantarte, se ahogase con tus icebergs.

¿Te arrepientes? Lo siento, vuelves a llegar tarde. No esperes de mis latidos, hace tiempo que me tinté de negro gracias a ti. No esperes que mis consejos vuelvan, hace tiempo que se fueron a tomar viento, literalmente, pues se fueron volando hacia aquellos cuerpos dispuestos a escucharles.
Con la mano derecha me arrancaste y yo con la izquierda te digo adiós. Maletas hechas. No esperes perdón.

Atentamente;
aquel al que solías llamar "corazón"

No hay comentarios:

Publicar un comentario