"La era de los prodigios"

domingo, 17 de abril de 2011

Cierra los ojos, imaginatelo.

-¿Tú no tienes días de estos en los que te levantas y te irías con una persona lejos, muy muy lejos?
+Si.
-¿Y a donde irías?
+Lejos, muy lejos. A un bosque o a una montaña.
-Donde no haya nadie.
+Exacto. Me iría a una playa, con un bosque interior bastante grande, con una especie de montaña en medio y con grandes palmeras.
-Oye, ¿puedes salir de mi mente?
+No, nunca. Y también una cabaña de madera en la orilla abierta por los cuatro lados…
-Y con una hamaca de esas enganchada a dos de los troncos de la cabaña y tiene que ser blanca por supuesto en contraste con la madera oscura de la cabaña.
+Madera de pino, muy oscura.
-Y que cuando te gires veas por la parte frontal la playa y por detrás el bosque.
+Y en el bosque palmeras con hojas verdes, grandes hojas verdes, amarillentas por los bordes y que caigan hacia los lados.
-Y en la playa arena blanca y finita y el agua azul, totalmente cristalina, que se vean los pies cuando los mojas en la orilla.
+Con guijarros redondeados en la orilla. Con el agua clara, aunque con un cierto tono verdoso azulado.
-Exacto, ese color. Y que por la noche haya una brisa de esa que te pone los pelos de punta pero que no tienes frío ¿sabes?
+Claro.
-Que te provoca esos escalofríos desde el principio de la columna hasta el cuello.
+Y luego, un sol, un bello sol.
-Un sol de estos enormes que al atardecer y al amanecer sea gigantesco, que casi lo puedas tocar y que tiña el cielo de añil. Y que se vea la inmensidad del mar.
+Y con un atardecer reflejado en las dulces olas que acarician la cabaña
con tonos rojizos y anaranjados en el horizonte.
-Que hagan a mis ojos verdes, porque con esa luz son verdes.
+Exacto, esos ojos. Y tu tumbada en la hamaca mirando el mar, con un vestido blanco de seda, muy ligero y que llegue cerca de las rodillas y con un poco de vuelo.
-Y por la noche, que podamos ver todas las estrellas.
+Y una luna blanca.
-Sisi, que lo ilumine todo con su luz.
+Y exageradamente grande, que se refleje el mar dando un tono azulado oscuro con un color mármol de la luna que contemplamos desde la cabaña cuya parte baja esta mojada por la subida de la marea.
-Y se van borrando las huellas de nuestros pies descalzos, ya solo se intuye la forma.
+ Se desvanecen mas como recuerdos lejanos en la orilla de un mar del tiempo.
-Claro.
+Y por la mañana mientras tú observas la inmensidad del mar, yo me voy a dar un baño.
-Y yo, desde la cabaña te sonrío y te pregunto: “¿Cómo esta el agua?”
+Y yo te respondo que esta fría, pero me da igual, me agrada.   
-Y vuelves, y de tus ricillos caen pequeñas gotas de agua.
+Si.
-Y me mojas el cuello.
+Y pongo tu frente contra la mía.
-Y me dices de todo con esos ojillos marrones.
+Y ¿Qué te dicen?
-Que me quieres un poquito.
+Y ¿Qué les contestan los tuyos?
-No se, dímelo tú.
+Que también me quieres, un poquillo.
-¿Ves? Tú también sabes interpretar el lenguaje de los ojos.

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