"La era de los prodigios"

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Solo y sin leche.

Recapacita y se sienta.
Recapacita sobre todo y nada pero no es capaz de pensar. Recapacita recuerdos, los vierte.
Una imagen se repite en su cabeza, sin más, sin menos, sin sonido ambiente.
Su respiración retumba en sus oídos, entrecortada por el frío.
Aire gélido como la sombra del viento, como el caer repentino de las hojas en otoño, como sus huesos frágiles al igual que ramas secas.

"Tu odio, mi sonrisa. Tu sonrisa y mi odio.
Yo, yo mismo y tú. Tú, tu misma sin mí.
Lluvia que empapa el suelo e inunda mis charcos.
Lluvia que con el sonido trepidante y constante de las gotas al chocar contra el asfalto pareciera que separa tu nombre en sílabas.
Aspiro las horas a través de un filtro, como cuando hacías que desaparecieran de aquella manera.
Supongo que es esta época del año que acompaña a abandonar las guerras.
Yo, lleno de agujeros, ya no lucho.
Tus cañones me apuntaron hace tiempo.
Como jamás llevo reloj no puedo saberlo, quizás pasó ayer, quizás tan sólo hace unas horas.
Odio los ciclos de luz"

Recapacita y se levanta.
Manos en los bolsillos, nariz helada, cazadora de cuero cuarteada.
Alma intransitable, mirada perdida pero cuerpo en equilibrio.
Bienestar exterior y a la vez en ruinas como Roma.
No sabe donde meterse pero sigue buscando cobijo o que la vida caprichosa le brinde la casualidad de transitar la octava maravilla.
O al menos, un café solo bien caliente, o frío pero siempre amargo.

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