"La era de los prodigios"

viernes, 10 de octubre de 2014

C'est la vie

¿Dónde estarás esta noche? - me preguntabas un sábado más y yo no sabía qué decir. Odiabas mis respuestas versadas y mis versos sin rima.
Por ahí - sin atreverme a mirarte a los ojos. Una respuesta demasiado banal para un encuentro demasiado casual.

Como siempre que me encontrabas de casualidad andando por Gran Vía, bajo la lluvia. Por supuesto sin paraguas. A veces he llegado a pensar que aparecías para salvarme pero aún no sé de qué.
Siempre te acercabas sonriendo y yo calada hasta los huesos, y no siempre por el agua, deseaba un gesto que me devolviera el calor. Sonriendo. Siempre sonriendo... y tu sonrisa casi iluminaba más que todos los faros de esos coches, que ajenos a nuestro encuentro, subían y bajaban por la columna vertebral de Madrid.

Por ahí no es una respuesta - sonreías.
Siempre con esa mueca en tu cara. Siempre tus labios curvados hacia arriba. Siempre esa risa silenciosa.
Y esos ojos marrones que a veces decían lo contrario a lo que expresaba tu cara. Nunca supe interpretarlos. O a lo mejor eras tú el que no quería que lo hiciera.
Y supongo que seguimos igual. No sé cuanto tiempo después.
Tú preguntas y yo intento responder.

Pero creo que hemos aprendido a andar al compás. O que tú te has acostumbrado a mis pasos lentos por mi manía de querer mirar todo cuanto tengo alrededor. A lo mejor, incluso, he sido yo la que ha acelerado los suyos por tu manía de querer ver todo al mismo tiempo.
Supongo que como todas las cosas que no tienen mucho sentido, continuamos siendo. Sin más. O quizás con mucho. Que no nos entendemos ni queriendo, pero sin querer nos entendemos de vez en cuando y el resto de veces nos averiguamos y me gusta enfocarte con mi Polaroid... siempre sales natural.
Como un par de locos siempre echamos a andar sin rumbo y cuando nos perdemos siempre dices que te sientes como en casa pero lo que no sabes, es que desde que apareciste de casualidad, hogar es allá donde vaya contigo. Y ni siquiera sé como hemos llegado a este punto, pero que bien saben los cafés en pleno invierno cuando hay alguien con quien compartirlos.
Y las cervezas ya son de otro mundo.

"Es de locos... no me creo la mitad... tú tampoco... muérete ya."
Pero como nos encanta enfadarnos. Y no comprendernos. Y acabar y empezar y volver a acabar empezando o volver a empezar acabando... como una pescadilla sin fin que se muerde la cola.
Supongo que ya no sé ser sin tus idas y venidas. Supongo que ya no sabes ser sin mi voz cantándote al oído, sin mis frenos y a veces sin mi acelerador.

¿Dónde estarás esta noche?

Donde quiera que estés tú.

¿Y si no estoy?

La casualidad hará de las suyas.







Y acabamos entrelazados en un bar de La Latina.
Por casualidad.

1 comentario: