"La era de los prodigios"

martes, 1 de octubre de 2013

Café frío, miradas vacías

El sitio en el sofá ya tenía su marca, hecha a propósito para borrar sus caderas, sus curvas, sus medias sonrisas entre costilla y costilla.
Llevaba horas haciendo zapping. Quizás días. Quizás semanas.
Desde que ella dejó de pasear su culo por el pasillo y sus sábanas había perdido la noción del tiempo, ese que había aprendido a medir a través de sus suspiros.
Pasaba canales. Palabras entrecortadas que creaban frases sin sentido.
O alomejor era su mente la que ya no sabía ordenarlas. Sus palabras navegaban en olas de alcohol sumidas al son de sus bocanadas de humo. No quería recordarlas.
Cerró sus ojos para encontrarse a sí mismo y sólo la veía a ella * por dentro* como nadie más que él podía verla. 
Plena
A la vez invisible
Tan lejos
Tan cerca
I N F I N I T A

Tan pequeña

Y echó de menos dibujarla sin más luz que la que entra por la persiana nada más amanecer.

Un filete se enfriaba en el plato. Un cigarro se consumía en el cenicero. Una litrona de cerveza se calentaba a sus pies. Su guitarra yacía desafinada. Había olvidado lo que era vivir acompañado tan sólo de sus miradas perdidas a través de la ventana, había olvidado lo que era cantar para alguien.

Sus espejos ya no escribían "vuelvo pronto" en carmín rojo.
Tampoco el vapor de su ducha escondía más besos. Ni sus sábanas más juegos de almohadas.
No más copas de vino rotas.  No más su camisa rota.

"Come on, Come on, Come on"

 Susurros. Risas.
Sus dedos haciendo zapping por un cuerpo ajeno.
Él quiso olvidar su pesadilla en otros labios.
Lo que no sabía es que los suyos estaban condenados a no sentir otros besos.

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